―Señorita Quevedo, usted….
Mientras tanto, frente a la oficina de Jonatan, su asistente estaba mirando a la astuta mujer que estaba frente a él y casi le preguntaba algo, cuando se dio cuenta de que ella le había hecho la seña de guardar silencio; como tal, lo único que hizo el asistente fue detener su lengua. Frida volteó y volvió a poner su oreja contra la puerta, para alcanzar a escuchar la conversación de adentro; su plan inicial era tener una plática con su hermano para preguntarle cuándo le restaurarían el derecho de hablar en el Grupo Quevedo. Sin embargo, no esperaba escuchar unas noticias tan sorprendentes.
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