Como aún quedaba trabajo por hacer, Jael se quedó y se despidió de los dos. Leandro y Roxana se fueron del orfanato.
—Bueno, ¿qué te pareció la consulta médica de hoy? —le sonrió Leandro al verla—. A juzgar por la reacción del señor Dorante, deberías haber logrado tu objetivo.
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