Roxana esperó un buen rato, pero nadie contestó al teléfono. Después, la llamada se cortó. Si fuera en el pasado, nunca intentaría volver a llamar. Pero esta vez, como se trataba de Andrés y Bautista, no tuvo más remedio que volver a hacer la llamada. Roxana tardó varios intentos hasta que por fin contestaron a la llamada.
—¿Qué ocurre, Señorita Jerez? —La voz de Luciano era extremadamente fría y hostil, muy lejos de su tono habitual de hablar.
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