A un lado, Roxana también había escuchado los gritos de Bautista, pero era demasiado tarde cuando se giró. El chico ya había buscado refugio detrás de Luciano. La sonrisa en el rostro del hombre mientras ambos estaban juntos le causó sentimientos encontrados a Roxana. Aunque había hecho mucho por sus hijos, algunas formas de seguridad eran algo que solo un padre podía brindarles.
Bautista no tenía idea de los sentimientos de Roxana y tiró de su ropa con emoción, pues quería que ella admirara los peces junto con él. De pronto, una sirena se zambulló desde arriba y los saludó a través del vidrio.
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