―De acuerdo, lo aceptaré. ¿Qué puedo decir? Tengo una mejor amiga rica. C―uando Magalí recobró el sentido, no dudó en aceptar la oferta.
Roxana estaba satisfecha con el resultado. Así era como debían ser las mejores amigas; entendían los pensamientos de la otra. Ser tímidas y vacilantes sólo hacía que ambas partes se sintieran distantes.
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