Mireya era una bola de pura ira y siguió maldiciendo incluso después de salir de la habitación de invitados. En el salón, miró furiosa a su marido y le dijo:
―Parece que estás de parte de esa mujer. ¿Por qué me impediste pegarle? Debe de estar harta de vivir. ¿Cómo se atreve a abofetearme?
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