Luciano acababa de sentarse con Estela cuando la sintió retorcerse en sus brazos, entonces frunció el ceño perplejo. Mientras tanto, su hija miraba fijo a Roxana. «Hace mucho tiempo que la señorita Jerez no me alza; yo también quiero que me lleve en brazos. Además, no es cómodo que papá me lleve así». Roxana había planeado ignorar a Luciano y Estela, pero con la niña mirándola tan fijo, no tuvo más remedio que girar la cabeza y mirarla.
—Señorita Jerez. —Estela extendió los brazos hacia ella deseando que la alzara.
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