Roxana sabía que estaba perdiendo el control de sí misma y que sus acciones realmente podrían hacer que terminara siendo arrestada. Sin embargo, no podía importarle menos. Todo el resentimiento que había estado soportando durante años sólo podía desahogarse a base de bofetadas.
Yuliana quedó aturdida tras la segunda bofetada. Para entonces, la seguridad del hotel se dio cuenta de que algo iba mal. Se acercó a ellas, aparentemente para detener las acciones de Roxana.
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