Después de unos segundos, Roxana se calmó.
—Señor Fariña, no tiene por qué importarle el estado de Bautista; yo cuidaré a mis hijos. Debería pasar más tiempo con su prometida en lugar de preguntar por ellos. Vi que la señorita Pedrosa estaba gravemente herida y necesita a alguien a su lado en todo momento.
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