Desde la puerta de la cocina se podía ver hacia la sala de estar y Estela se dio cuenta de que su padre tenía el ceño fruncido, además de que había una mirada en él que no conocía; entonces desinfló sus mejillas y pensó:
«Estoy segura de que se arrepintió de haberse enojada con la señorita Jerez. ¡Pero merece que ella esté enojada con él porque ni siquiera le permitió explicar nada!».
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