Al día siguiente, Roxana se despertó y se dio cuenta de que tenía un abrigo sobre el cuerpo; Luciano la había tapado después de que ella se durmiera. La mujer se incorporó y observó la habitación, pero no lo encontraba. Para su sorpresa, se sentía vacía. Roxana estaba aturdida cuando abrieron la puerta. Al voltearse sobre su hombro, vio a Luciano entrando en puntas de pie; solo usaba una camisa y parecía muy agotado.
Al verla, su mirada se tornó sombría.
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