Tras ver a Roxana partir, la mirada de Luciano se ensombreció. Instantes después se puso de pie como si nada y dijo:
—Señor Quevedo, acabo de recordar que me quedó algo pendiente en la oficina. Me alegra ver que su recuperación va por buen camino. Si no necesita nada más de mí, también pasaré a retirarme.
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