—¿Roxana?
El corazón de Luciano se desgarró cuando se acercó a la cama del hospital y llamó suavemente a la persona que yacía allí. Sin embargo, a Roxana le pesaban los párpados. Quería responder, pero le faltaba energía. Sólo deseaba dormir. Luciano se volvió cada vez más sombrío a medida que ella se adormecía. Al cabo de un largo rato, abrió con rabia la puerta de la sala y miró al especialista que esperaba fuera.
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