Una hora después, el teléfono de Roxana sonó. Conrado ya había llegado y bajo las escaleras para abrirle la puerta. Mientras tanto, Luciano y los niños escucharon la voz masculina del otro lado de la línea. No esperaron a que Luciano hablara y tomaron la iniciativa de pedirle que siguiera a Roxana para echar un vistazo. Luciano, al ver que estaban incluso aún más ansiosos que él, inclinó su cabeza y bajo las escaleras con grandes zancadas
―Gracias.
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