—¡Bastardos! —Abril quiso entrar corriendo en la casa como si se hubiera vuelto loca.
Como las cosas ya habían llegado a ese extremo, Roxana no vio ningún sentido en echarse atrás. De ahí que se mantuviera firme en la entrada y le cerrara el paso a Abril. —¿Por qué está tan enfadada, señorita Pedrosa? ¡Fuiste tú la que vino hoy a nuestra casa e hizo un arrebato violento! Andrés y Bautista sólo te estaban devolviendo el favor.
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