Sonia lo escrutó durante un rato, pues sabía lo enamorado que estaba su hijo de Roxana. De hecho, ambos habían discutido con frecuencia por esta última. Ahora que Luciano hablaba tan fríamente de Roxana, Sonia no podía evitar sospechar que todo aquello no era más que una actuación. No fue hasta que cayó en la cuenta de que estaba diciendo la verdad que una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Aún estás a tiempo de cambiar de opinión.
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