En cuanto Estela escuchó eso, levantó sus manos de manera agraviada para limpiar las lágrimas de su cara, antes de levantar su cabeza con una sonrisa; Roxana, por su parte, estaba sorprendida de ver que la niña en realidad rompió en llanto.
―Discúlpame por hacerte sentir triste ―comentó ella y se agachó para acariciarle las mejillas.
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