Mientras tanto, Magalí le hacía compañía a Andrés y Bautista en la casa de Roxana, esperando por su llegada; lo usual era que los niños la molestaran para jugar con ellos, pero no fue el caso en esa noche. Por alguna razón, ambos lucían distraídos y apenas podían prestar atención a lo Magalí decía, por lo que decidió pretender estar molesta.
―¿Qué pasa con ustedes dos? ¿Ya no les agrado? ―preguntó y los niños sacudieron sus cabezas.
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