A medida que compartían copas, la conversación fluía cada vez mejor entre ellos. Sin apenas darse cuenta, vaciaron todas las bebidas que había en la nevera. Magalí, al bajar la mirada, notó siete u ocho botellas vacías sobre la mesa y dijo:
―Jonás, ojalá puedas dejar de presionarte tanto y de fijarte metas tan altas en todo lo que haces. Solo te harás daño si sigues así, ¡no quiero verte sufrir de nuevo por la depresión!
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