La sesión de acupuntura duró más de una hora. En la frente de Roxana se habían acumulado gotas de sudor. Había estado encorvada todo el tiempo, por lo que sus músculos protestaban. Sin embargo, no pensó que fuera un trabajo agotador, pues estaba totalmente concentrada en Milena.
Cuando introdujo la última aguja en el centro de la coronilla de la misma, el ama de llaves exclamó:
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