De repente, alguien llamaba a la puerta. Estela pensó que eran Roxana y los niños que habían vuelto, así que se le iluminaron los ojos, saltó de la cama y corrió a abrir la puerta. En cuanto vio a la persona en la entrada, el brillo de sus ojos se desvaneció.
—Ela. —La sonrisa de Abril parecía forzada.
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