―Tu nieto, Jael, utilizó medios turbios para dejar inconsciente a mi esposa. Aún no ha recuperado el conocimiento ―respondió Luciano con frialdad y una mirada inexpresiva.
A Héctor se le hinchó el pecho y empezó a jadear con fuerza de repente. Se puso tan mal que parecía que iba a dejar de respirar en cualquier momento.
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