Tras la petición de los niños, Roxana no pudo evitar considerarlo porque si aceptaba hornear con los niños, significaba que tenía que interactuar con Luciano. Roxana observó a Luciano, quien estaba sentando frente a ella en la mesa y su expresión parecía indiferente, como si en verdad no le importara.
«Si en verdad le es indiferente, será extraño que yo le tome mucha importancia o que arme un escándalo».
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