Esa misma noche, Luciano fue a recoger a Estela y regresó a casa, solo para encontrar a su madre y a Abril sentadas en el sofá; Sonia lucía iracunda, mientras que Abril parecía atrapada en un embrollo y quien se paró para saludarlos.
—Luciano, Estela, ya regresaron. —A lo que Luciano asintió de un modo inexpresivo y volteó a ver a su madre. En lo que correspondía a Estela, ella se escondió con timidez detrás de su padre tras ver a Abril y ni siquiera saludó a Sonia; él sostuvo la mano de su hija y la reconfortó sin decir una palabra mientras que preguntaba con una voz profunda:
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