Daniel la miró con desconfianza, ya que no le creía lo que le dijo e incluso porque sintió que él mismo se excedió. Nadie más habría sido capaz de manejar la situación con tanta calma como Roxana, pero parecía que esta no se había tomado a mal sus palabras.
—Llevo bastantes años en la industria y me he encontrado con personas que dudan de mí, hasta se comportan horrible conmigo —explicó Roxana, sonriente, al ver su rostro de desconcierto—. Por eso no me molestó que pusiera en dudas mis habilidades médicas; en cambio, sí me molestó lo impaciente que fue con los niños. Como sea, ya me pidió disculpas, así que no nos quedemos en el pasado. Creo que todos los médicos tradicionales son virtuosos y creo que los Dorante seleccionaron a sus mejores candidatos para esta misión.
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