Cuando Magalí llegó a casa, se preocupaba de que Lorena volviera a quejarse. Rápidamente, tomó un recipiente de madera, lo llenó de agua y le añadió un poco de polvo de hierbas medicinales que le había dado Jonás. Luego se lo presentó a su madre y le instó a que se remojara los pies.
―Mamá, cierra los ojos y relájate ―dijo Magalí.
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