Roxana regresó a la realidad cuando escuchó la voz de Estela. De manera extraña, se sentía culpable al ver a Luciano, quien estaba de pie en la esquina. Dudó un momento antes de decir con suavidad:
—Venga con nosotros, señor Fariña. Tampoco ha desayunado, ¿no es así?
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