Las dos damas bajaron las escaleras, una detrás de la otra, y al llegar abajo, Catalina puso el contenedor termal de Abril en la mesa y estaba a punto de decir algo, cuanto la joven habló con un tono de voz helado.
―Como Luciano no puede comer eso, se lo puede terminar por él ―comentó, dejando sorprendida a Catalina por un momento y después, esta descubrió lo que pasaba.
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