Roxana no quería tardarse en llegar, así que se despidió junto con Andrés y Bautista.
―¿No puede jugar un rato más conmigo, señorita Jerez? ―preguntó Estela, aferrándose de su camisa con toda la reticencia del mundo, por lo que Roxana se agachó para acariciarle el cabello y persuadirla.
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