Por fortuna, Luciano había empacado equipo profesional para acampar para Estela antes del viaje. Al principio, Roxana pensó que no necesitarían nada de eso. ¿Quién hubiera pensado que sería eso exactamente lo que necesitaría para salvar las vidas de los niños?
Luego de encontrar una pequeña olla que Luciano había preparado para Estela, Roxana salió de la tienda de campaña. Sin perder más tiempo, sirvió algo de agua en la olla y puso las hierbas junto con dos hojas antes de empezar a hervir la mezcla. Sin esperar a que el menjurje estuviera listo, Roxana se levantó y llevó a Estela y a Bautista dentro de la tienda de campaña. Los niños estaban abrumados de dolor y tenían miradas inexpresivas, con sus frentes cubiertas de sudor. Roxana los cubrió a ambos con ropa antes de acariciar sus cabezas y decir:
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