El hombre se rió entre dientes.
―Dios mío, te estoy diciendo la verdad. Al fin y al cabo, sólo trabajamos para otra persona. ¿Por qué querría estafarte? ―Antes de que Abril pudiera responder, el hombre, con voz más fría, prosiguió―: Pero aunque te estafara, ¿me entregarías a la policía? Lo dudo. La policía de Chepa vendría a por ti, te detendrían y te enviarían de vuelta a tu país.
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