—Luciano, ¿cómo está la Doctora Jerez? —preguntó Jonatan con cautela después de que hubiesen recorrido cierta distancia.
Ya era bastante malo que se pudiera cortar la tensión en el coche con un cuchillo, pero era aún peor ver a un Luciano con cara adusta en el espejo retrovisor. Naturalmente, Jonatan no pudo evitar preguntarse si había imaginado la interacción anterior.
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