Aún faltaba una semana para la boda de Magalí. Tanto Roxana como Luciano se dirigieron a su casa para ayudar con los preparativos decorativos.
Mientras tanto, Jonás estaba ocupado colgando serpentinas, mientras sus padres, Zacarías y Hilda, conversaban con Lorena sobre los detalles de la boda en el salón. La pareja respetaba enormemente los sentimientos de Lorena, animándola a expresar cualquier petición que tuviera, y se comprometieron a cumplirla siempre y cuando estuviera dentro de las posibilidades de la familia Quevedo.
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