Luego de que el enojo de Roxana desapareciera, se dio cuenta de lo graciosa que era esa situación. «De hecho, no tengo ningún derecho. Según él, nunca tuve ninguno». Bajó la mirada para ocultar el autodesprecio que sentía por ella misma y, sin decir nada, se obligó a retirar el agarre de Estela de su manga. Los pequeños dedos de Estela quisieron alcanzarla de nuevo, pero Roxana la detuvo en el aire.
—Andrés y Bautista me están esperando en el auto así que tengo que ir con ellos. Sé una buena niña y ve con tu padre.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread