Poco después, Andrés y Bautista bajaron lentamente las escaleras. No querían que Roxana les viera los brazos heridos, así que se pusieron deliberadamente un pijama de manga larga. Roxana les esperaba junto a la mesa del comedor. Cuando Andrés y Bautista se acercaron a ella, sintió de pronto que algo iba mal.
Se quedó mirando a Bautista durante un buen rato. Luego, frunció el ceño y preguntó: —Bautista, ¿qué te pasó en la mano?
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