―Sí, me agrada mucho Ela, pero eso no significa que esté dispuesta a casarme con usted ―dijo Roxana y sin darle oportunidad a Luciano de responder, continuó―. Lo que pasó hace seis años sigue fresco en mi mente y no deseo cometer los mismos errores; ya no debería preocuparse a usted mismo, señor Fariña ―finalizó. Ella sonaba nerviosa al hablar y lograba sentir la intensa mirada del hombre en ella; para su fortuna, logró decir lo que quiso. Luciano la miró fijo por bastante tiempo y pensó en explicarse a sí mismo; sin embargo, cambió de opinión cuando escuchó la última frase de ella.
«Me equivoqué hace seis años y la lastimé; no puedo culparla por no confiar en mí. Sin importar lo que diga, dudo que me escuche ahora; de hecho, incluso puede que opine que estoy inventando excusas».
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