Mientras tanto, en el coche de Luciano, Roxana no pudo evitar mirarlo a través del espejo retrovisor. Hacía seis años, no habría perdido la oportunidad de pasar tiempo con Luciano. Siempre estaba esperando que él la mirara, pero eso nunca sucedía. Ahora, tenía la oportunidad de mirarlo cuando quisiera. Durante mucho tiempo, había pensado que sus sentimientos por Luciano habían desaparecido con el tiempo. Nunca en sus sueños más locos habría imaginado que todavía estaría profundamente enamorada de él.
—¿Cómo estuvo? ¿Estás satisfecha? —Luciano de repente se volvió para mirarla.
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