Milena, que estaba profundamente dormida, tenía un aspecto demacrado. Sin embargo, sus rasgos esbeltos y delicados eran los de una típica mujer sureña, lo que daba a la gente una sensación amable y accesible.
Sin embargo, todo cambió en menos de quince minutos. Cuando se le pasó el efecto del sedante, se despertó lentamente, con los ojos vacíos y confusos mientras miraba a su alrededor.
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