Aquella noche, Saúl recibió una llamada de su familia y soportó un torrente de regañinas durante media hora. Carolina también tenía una expresión sombría, pues sabía que si Saúl no gestionaba bien la empresa tendría que volver al norte y enfrentarse de nuevo a aquellos viejos decrépitos.
El clima del norte era demasiado seco y tenía efectos nocivos en su piel. Sin embargo, seguía de buen humor porque había conseguido invitar a Jonás a una cita.
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