Con miedo por repentino movimiento de Luciano, Roxana por fin reaccionó como un gato asustado cuando el hombre se le acercó y de nuevo, intentó liberarse de él, pero el hombre la tomó de las manos y se las colocó en la espalda, así que, por más que luchó, nuevamente sus esfuerzos estaban siendo en vano.
—¡Luciano, despierta! —en sus ojos de podía ver el pánico mientras que la distancia entre los dos iba disminuyendo, incluso su voz era más tensa de lo normal.
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