Fue extraño ver a Estela correr hacia la entrada de la escuela mientras saludaba sin palabras a Roxana y a los niños. Al ver que la niña estaba demasiado emocionada como para preocuparse por la seguridad vial, Roxana se apresuró a tomarla de la mano y cuando vio a Luciano caminando con tranquilidad hacia ellos, no pudo evitar sentir impotencia.
Estela sonreía de oreja a oreja mientras sostenía la mano de Roxana y, una vez que se detuvieron, incluso le abrazó cariñosamente la pierna. Andrés y Bautista no sentían celos así que la saludaron con una sonrisa muy grande y amistosa.
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