A altas horas de la noche, un grupo de cirujanos en estado de alerta permanecía en fila frente al quirófano.
Aunque ninguno de ellos se quejaba de tener que hacer horas extras, Roxana se sentía incómoda. No sólo les anunció que cobrarían el triple de las horas extraordinarias de esa noche y primas adicionales, sino que también les encargó mucha comida para llevar.
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