Después de recuperarse, Roxana comenzó a practicar acupuntura en Germán. Pronto, el hombre comenzó a calmarse lentamente, pero no se atrevió a levantar la cabeza para mirar a su hija. Sin embargo, su semblante lucía mejor que antes. La palidez cetrina había desaparecido, aunque seguía mostrando un tono más amarillento de lo normal.
―Hoy iremos al hospital para que nos hagan un chequeo ―le dijo Roxana con voz suave.
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