Los pensamientos de Roxana estaban desordenados.
Aun así, defendió a los niños de la acusación de Jael. —Lo está pensando demasiado, Señor Dorante. Es imposible que estos niños puedan hacer algo así. Además, está asumiendo que tienen la fuerza para hacerlo, una fuerza que puede que no posean.
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