Roxana platicó con sus hijos al bajar las escaleras y a mitad del desayuno, escuchó el sonido repentino del timbre y los niños miraron hacia arriba con los ojos llenos de anticipación; pensando que se trataba de su padre que venía a ver a su madre, le echaron un vistazo a la puerta. Roxana, desconcertada ante la reacción de ellos, se levantó para ir a abrir.
―Roxana ―saludó Magalí, quien yacía de pie en la puerta y movió su cuello, como si estuviera buscando a alguien dentro; Roxana, por su parte, estaba a punto de verificar con Magalí lo de la noche anterior cuando los niños se apresuraron a llegar y sonreírle a su madrina.
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