Roxana no pudo resistirse a preguntar: —¿Estuvo ayer aquí el señor Dorante?.
En cuanto ella formuló aquella pregunta, la expresión de Luciano cambió al instante y el aire a su alrededor se cargó de tensión. Le sorprendió el cambio que se había producido en él y se preguntó si habría vuelto a decir algo que no debía.
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