Después de un poco de coordinación, los cuatro médicos atendieron algunos pacientes, lo cual alivió a Roxana, quien suspiró y volvió a su puesto para seguir trabajando. El cubículo se llenó de silencio; de vez en cuando se oían las bromas y los juegos de los niños, pero muy apenas hacían ruido, como si les preocupara molestar a los médicos.
A Roxana le pesaba más el corazón cuanto más trabajaba. La primera ronda consistió en una examinación sencilla que consistía en tomarles el pulso a los niños y hacerse una idea de su estado de salud. Aquellos con problemas médicos más complicados tendrían que recibir tratamiento adicional.
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