Su lamentable actuación no sirvió para nada, porque Larry la conocía lo suficiente como para ver a través de su fachada.
—Me encontré con Joan hoy temprano, y ella siguió apuntando a mí... ¡Incluso trató de golpearme! ¡Mira lo que le hizo a mi brazo, Lars! Está todo magullado... —Grandes lágrimas rodaron por las mejillas de Gabriella.
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