Tras el fallecimiento de Faye, Joan se negó a contratar a otra asistente. Por eso, Abigail siempre venía a ver cómo estaba, preocupada. Abigail podía ser juguetona, pero era innegablemente una joven meticulosa y reflexiva.
—Estoy bien —le aseguró Joan—. Sólo necesito descansar un poco.
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