—Lo he decidido. Vamos a jugar el Juego de los 24. —Herman estaba lleno de confianza y sus ojos brillaban como si hubiera ganado la lotería.
En la mesa de juego, Megan se sintió un poco divertida mientras observaba a Herman a un lado. Podía ver una mezcla de anticipación y miedo en los ojos del hombre. Parecía que le atraía mucho la naturaleza arriesgada del juego. La empleada había caldeado el ambiente en la mesa y todos tenían los ojos puestos en sus manos mientras repartía las cartas, al tiempo que sentían una descarga de adrenalina.
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